miércoles, 11 de abril de 2012

Mis memorias a un gran historiador

Hay muerto el Segre, como cariñosamente le decíamos todos los que lo queríamos de verdad, o los que los seguimos queriendo de verdad. Ha muerto en el momento cumbre de su producción intelectual, en el momento en que su mente se posaba en horizontes tan lejanos de la identidad cultural cubana, que una lagrima que lleva su nombre, franquea mi mejilla, aun más al ver la noticia en la pagina 2 del Granma…Gracias Torres Cuevas por ese gesto. Eso significa lo grande que es Segreo para la cultura y el pensamiento histórico cubano.
Aun recuerdo la primera vez que entró a mi aula como Profesor de Historia Antigua en septiembre de 1987 cuando yo cursaba el primer año de mi carrera y las exigentes preguntas en el examen final cuando dialogamos sobre la Dinastia Maurya en la India y el siglo V de Pericles en Grecia.
Pero en 1995 su rumbo dialectico cambió, al proponer un Curso muy polémico por cierto de las incertidumbres y realidades del Pensamiento Social Cubano, y nos invitó como Varela a pensar en Cuba, pero esta vez a re-pensar en grande sobre la identidad cultural cubana. Su osadía, su intrepidez, sus valientes reflexiones provocaron siempre la reacción de los dogmáticos y los encerrados en el estrecho marco espiritual del más macabro diseño del estalinismo pro-soviético. Pero el Segre rompia barreras, apartaba como lo hizo Marx, las telas de araña de sus supuestos “advesarios” que de vez en cuando entonaban el trillado hinmo de “oye, Segreo está hablando mucho”, oye “Segreo está apretando”, “está  haciendo muy critico”. Y no sabían los dogmáticos, los embelesados a la década del 70 que con las reflexiones del Segre se abria un camino autentico al verdadero análisis historiográfico del, pensamiento cubano. Con Segreo se abrió una nueva escuela de estudios sobre la Historia de Cuba. Con su humildad característica, su inteligencia, su madurez científica, con su pasión por la historia, con sus novedosas e intrépidas propuestas,el Segre se fue nucleando de un grupo de personas que seguían sus ideas, no de forma dogmática ni lineal, sino de forma creativa. Y con sus muerte nos dejó un hueco, un hueco inmenso, pero nos dejó una enseñanza…Hay que aprender a pensar con naturaleza de lucha de contrarios, y nos enseñó que en el pensamiento hay que pensar con totalidad. Tampoco debemos olvidar la entrega de Segreo a su trabajo, la entrega incondicional, aun con su enfermedad , los sabados y domingo, su casa se llenaba de discípulo, de compañeros, y debajo de su mata de mangos, nacia una nueva interpretación del pensamiento cubano. En ese pequeño rincón sagrado de la cultura holguinera, sagrado para muchos, desconocido para la prensa, la radio, la TV, los “grandes intelectuales” que desconocían que debajo de esa mata de mangos, se reconstruía la historia y la cultura regional y nacional. Debajo de esa mata de mangos nacieron masteres, doctores, licenciados, nacieron temas para debatir en eventos, en congresos, en el aula por que,  porque las enseñanzas del Segre la llevamos a las nuevas generaciones. El Segre se nos fue, pero nos dejó su imborrable huella, esa huella que nadie puede esquivar, nos dejó su cultura popular, su pensamiento intachable que muchas veces ingenua e intencionalmente fue mal interpretado. Pero estamos aquí sus seguidores y hoy más que nunca recuerdo sus lecciones a todos mis compañeros y amigos, recuerdo sus fuertes exigencias, de decirnos siempre que el trabajo no estaba acabado, que siguiéramos siempre el camino del análisis y no del discurso lineal. Se nos fue el Segre, y aunque una lagrima o cientos de ellas recorran mis mejillas, esas llevan la fe que nos inculcó a luchar siempre por la ciencia, y no convertir el pensamiento y la identidad en ciervos de nadie. Despues de luchar tanto por vivir, le decimos de verdad, Segre descansa en Paz….

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